Las proteínas son uno de los macronutrientes esenciales (junto con los hidratos de carbono y los lípidos), ya que desempeñan un papel estructural (por ejemplo, participan en la producción de las células musculares) y están involucradas en diferentes procesos metabólicos como la digestión o el sistema inmunitario; también constituyen la única fuente de nitrógeno del organismo. Generalmente, las algas destacan por su gran aporte de proteínas (aunque existen variaciones significativas entre las variedades: las algas rojas son más ricas en proteínas), lo cual hace de este alimento una fuente adicional que conviene tener en cuenta. Por ejemplo, las algas rojas contienen más proteínas que la soja, aunque esta última tenga fama de ser lo más de lo más en proteínas vegetales.
Las algas son ricas en fibra, sobre todo en fibra soluble. Una ración de algas (8 g de promedio) cubre hasta 1/8 de las necesidades diarias de fibra. Y, lo que es mejor: las algas deshidratadas están compuestas por hasta un 50% de fibra. ¿Cuál es su utilidad? La fibra contribuye a la saciedad y, por lo tanto, favorece el control del peso (regulan el apetito), acelerar el tránsito intestinal, reducen el colesterol malo, prevenir las enfermedades cardiovasculares y la diabetes tipo 2 ... Según un estudio publicado en la revista Nutrition Research en 2000, la fibra que contienen las algas puede ser más eficaz para controlar la diabetes y el colesterol que la contenida en otros alimentos.
Gracias a su alto contenido en fibra y bajo valor energético (solo 40-45 kcal de media por cada 100 gramos de algas) y contenido reducido de grasas, las algas son buenas aliadas de la línea. Tienen la capacidad de hincharse en el estómago y, de este modo, calmar el hambre. Otra ventaja es su poder gelificante. Por ejemplo el agar agar se utiliza en lugar de la gelatina y permite realizar preparados ultraligeros (mousses de verdura, gelatinas de fruta...) y sabrosos; eso sí, hay que respetar la dosis recomendada (4 g por litro). Por último, algunos suplementos alimentarios (Fat & Carb Blocker), aprovechan las propiedades adelgazantes de las algas marinas para ayudarte a perder peso.
Especialmente las algas pardas. ¿Por qué? Debido a que contienen fucoidán, un polisacárido que refuerza el sistema inmunitario según numerosos estudios realizados en todo el mundo desde hace años.
Según varios estudios llevados a cabo con ratas, las algas podrían tener un efecto protector sobre determinados tipos de cáncer, incluyendo los cánceres dependientes de hormonas tales como cáncer de mama o de próstata. Otros estudios deberán confirmar estos beneficios en los seres humanos, pero los resultados son especialmente alentadores. Por último, un estudio de 2010 demostró que el fucoidán, un azúcar presente en las algas pardas, aumenta la eficacia de la quimioterapia.
En general, las algas destacan por su aporte de vitaminas, especialmente vitaminas A, B2, B9 (ácido fólico), B12 y K (salvo la dulse y la nori). La dulse y la nori son las dos variedades de algas con mayor contenido de vitaminas (excepto la vitamina K).
Las algas contienen carotenoides, vitaminas, flavonoides, taninos... Numerosos compuestos con propiedades antioxidantes demostradas. Sin embargo, estas propiedades antioxidantes fluctúan de una variedad a otra (influye el color de las algas o su profundidad). ¿El mosto? La ecklonia cava, un alga parda muy apreciada en Japón y Corea que se lleva la palma en cuestión de antioxidantes.
Las algas se pueden comprar deshidratadas o frescas. Si se compran deshidratadas en piezas enteras, hay que rehidratarlas (de 5 a 40 minutos, según la variedad de alga) en un poco de agua tibia antes de utilizarlas. A continuación, puedes cortarlas y añadirlas fácilmente a sopas, ensaladas, pasta, arroz... Si las compras deshidratadas en polvo, puedes esparcirlas en las ensaladas o integrarlas en los preparativos. En caso de que las compras frescas, hay que lavarlas antes de su preparación. A continuación, podrás comerlas en ensalada o cocerlas al dente o Se pueden comer en ensaladas o cocinar al dente o tiernas, como más te gusten. Y ya podrás añadirlas a diversas recetas.
Todos (o casi) conocemos la nori (que se utiliza para hacer maki) o la wakame, muy presente en la gastronomía asiática. Sin embargo, hay otras muchas variedades de algas comestibles, incluso en nuestras latitudes. Dulse, kombu, lechuga de mar, varec, hijiki, judías (o espaguetis) de mar o espirulina y agar agar forman parte de las algas que se pueden consumir ya sea como suplementos alimenticios (que beneficiarse directamente de sus propiedades para la salud) o en la cocina.
El investigador danés Ole G. Mouritsen afirma que consumir 5-10 gramos de algas al día podría reducir significativamente el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. ¿Por qué? Porque que son ricas en fibra y antioxidantes que limitan el colesterol malo.
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