Hasta el momento, se estimaba que una de cada tres personas tenía deficiencia de magnesio. Sin embargo, según los científicos que publicaron un estudio en la revista Advances in nutrition, esta cifra podría estar considerablemente subestimada y la cifra de las personas que padecen de deficiencias podría ser muy superior. ¿Qué es lo que se cuestiona? Las referencias que sirven de comparación respecto a las concentraciones séricas de magnesio. Estos elementos de referencia, que datan de hace más de 40 años, podrían ser imprecisos, muy por debajo de las necesidades reales. ¿Cuál es el resultado? La mayoría de las deficiencias ni siquiera aparece en un análisis de sangre. Según los investigadores que han realizado este estudio, un nivel de magnesio inferior a 0,82 mmol/l supondría ya una deficiencia de magnesio, mientras que las referencias actuales indican una concentración de magnesio normal entre 0,75 y 0,95 mmol/l.
El magnesio es un mineral que desempeña un papel crucial en el organismo… A escala del sistema locomotor en general y del metabolismo óseo en particular, el papel del magnesio es al menos tan importante como el del calcio. Inhibe la transmisión neuromuscular e interviene en la regulación de laosificación. Asimismo, es un potente remineralizador que también ayuda a combatir la fatiga muscular. El magnesio está implicado además en el sistema nervioso (actúa sobre la liberación de la serotonina), el sistema inmunitario (permite la síntesis de los anticuerpos y la eliminación de los agentes indeseables), el sistema cardiovascular (regula el ritmo cardíaco y podría limitar los depósitos de colesterol en las arterias según algunos estudios).
El magnesio está implicado en más de 300 reacciones enzimáticas. Por tanto, la carencia de este mineral puede provocar un debilitamiento general del organismo que se traduce en una fatiga intensa y creciente, así como pérdidas de memoria, migrañas, calambres musculares, temblores, hipersensibilidad, hiperactividad (infantil)... Además, la falta de magnesio está directa o indirectamente involucrada en numerosas de patologías como las enfermedades cardiovasculares, algunos trastornos neurológicos, los problemas deosteoporosis, la diabetes o la hipertensión. Algunas enfermedades crónicas también podrían estar relacionadas en parte con una deficiencia de magnesio en la medida en que la carencia de magnesio aumenta los procesos inflamatorios.
Una dieta equilibrada no siempre es suficiente para cubrir las necesidades de magnesio. ¿Por qué? Porque nuestra alimentación moderna es terriblemente pobre en magnesio: menos cereales integrales (que son más ricos en magnesio que los cereales refinados, menos verduras y más productos cárnicos, más productos industriales… Y, lo que es peor: el contenido de vitaminas y minerales de las frutas y verduras podría estar bajando drásticamente debido a los métodos de cultivo, almacenamiento, transporte, etc. Según un estudio inglés publicado en 2006, las verduras han perdido cerca del 24% del contenido de magnesio entre los años 40 y 90. Los métodos de cocción también son responsables de una pérdida considerable de magnesio (cocción demasiado larga, cocción en agua…), mientras que algunas conductas alimentarias aumentan las pérdidas de calcio mediante la orina (consumo excesivo de alcohol, alimentación rica en azúcares y grasas…). Por último, nuestro modo de vida ensombrece un poco más el panorama. ¿Por qué? Porque el estrés es un gran consumidor de magnesio, al igual que el deporte practicado intensamente.
Aunque no basta con una alimentación variada y equilibrada para cubrir las necesidades de magnesio, existe una opción muy sencilla y eficaz: tomar suplementos. De hecho, los médicos suelen recomendar una cura de magnesio una o dos veces al año. Pero cuidado: existen diferentes formas de magnesio en suplementos y no siempre es fácil acertar. Un punto importante que hay que comprobar es la biodisponibilidad del producto. Por ejemplo, el glicerofosfato de magnesio es interesante por su alta biodisponibilidad, pero también porque no es laxante (a diferencia de otras formas de magnesio). El malato de magnesio también se asimila especialmente bien por el organismo y, además, se estima que posee la facultad de «desintoxicarlo». Otras formas de magnesio tienen una alta biodisponibilidad: el citrato de magnesio, el aspartato de magnesio, el gluconato de magnesio, el lactato de magnesio… Mejor aún, nuevas moléculas, como el treonato de magnesio (o L-treonato) podrían tener más efectos potentes sobre las capacidades cognitivas al impulsar la memoria y el aprendizaje según un estudio chino realizado por investigadores de la universidad de Tsinghua.
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