Los estudios son unánimes: la carencia de vitamina D en las mujeres embarazadas es una realidad en todo el mundo. ¿Cuáles son los riesgos? ¿Cuáles son las explicaciones? ¿Deben las embarazadas tomar suplementos de vitamina D, aunque a veces se les desaconseje hacerlo?
Todas las organizaciones científicas competentes recomiendan tomar vitamina D durante el embarazo. La razón es sencilla, alrededor del 35 % de las mujeres padecen carencias al comienzo del 3er trimestre de embarazo, cuando se produce en primavera e invierno (1). Y la mayoría de las mujeres restantes tienen deficiencia. Las recomendaciones recientes de la Sociedad Americana de Endocrinología recomiendan tomar 600 UI al día de vitamina D a las mujeres embarazadas, como hace el Instituto de Medicina (IOM), pero varios estudios han demostrado que esta dosis es sin duda insuficiente para alcanzar el objetivo de 30 ng/ml.
Respecto a la forma del complemento, puede elegir entre: cápsulas oleosas (como Vitamin D3 1000 UI) que debe tomarse diariamente para imitar la ingesta natural, una ampolla única de 100 000 UI, generalmente recomendada en el séptimo mes de embarazo, o dos ampollas de 50 000 UI, una que debe tomarse en el 6º mes, y la otra en el 7º mes.
Algunas mujeres embarazadas deben extremar la vigilancia porque corren más riesgo:
Para reducir el riesgo, se podría considerar tomar suplementos de vitamina D incluso antes del primer trimestre, durante la fase de la concepción.
Una carencia de vitamina D no debe tomarse a la ligera: está asociada a varios riesgos y disfunciones para la madre y para el feto, y más adelante para el bebé:
Recuerde que la vitamina D contribuye en particular al funcionamiento normal del sistema inmunitario, al mantenimiento de una función muscular normal, de huesos normales y de dientes normales. Todas estas funciones fisiológicas se desarrollan en el feto desde los primeros meses de embarazo.
Los estudios más recientes han demostrado que, para tener buena salud, una cantidad superior a 50 nmol/l de vitamina D debería circular permanentemente en nuestra sangre. Estas cantidades proceden principalmente de la producción de vitamina D por nuestro propio cuerpo: bajo el efecto de los rayos UV-B del sol, la piel la fabrica a partir del colesterol y el cuerpo se encarga de almacenar el excedente de producción en el hígado. También consumimos alimentos que la contienen, pero son raros (pescado graso, productos lácteos, bebidas enriquecidas) y solo proporcionan de 100 a 200 unidades al día (5), cuando serían necesarias de 400 a 800. Por tanto, sin suplementos, la exposición regular al sol es esencial si queremos evitar la carencia.
Problema: nuestro modo de vida sedentario y nuestros hábitos de vestir reducen la exposición al sol, en particular de octubre a mayo, así como la contaminación en las grandes ciudades y el uso de protectores solares. Para algunos de nosotros, las reservas se agotan ya en otoño. Para las mujeres embarazadas, el riesgo se multiplica por diez porque el organismo "desvía" las reservas almacenadas por la madre en beneficio del feto, cuyas necesidades aumentan progresivamente para calcificar su esqueleto.
El límite superior de seguridad (USL), establecido por la OIM (2011) y la Efsa (2012), se ha fijado en 100 µg/día (4000 UI). El riesgo de superar este nivel es nulo si sigue al pie de la letra las recomendaciones de las autoridades, e incluso las propuestas por determinados estudios científicos. Tenga en cuenta, no obstante, que algunos profesionales de la salud pueden aconsejar ingestas superiores de vitamina D, en función de su situación (edad, sexo, origen étnico, latitud, etc.)
No obstante, si está embarazada y desea tomar suplementos (por ejemplo, de Vitamin D3 1000 UI), consulte siempre a un profesional de la salud para conocer la dosis adecuada y el momento ideal para tomar el suplemento que haya elegido (puede hablar con su profesional de la salud sobre el mes en el que debe empezar a tomar vitamina D, o cuándo debe tomar una sola ampolla de vitamina D, etc.). También es una oportunidad para plantearse tomar otros complementos alimenticios, como el ácido fólico (durante los primeros meses de embarazo) y multivitaminas prenatales (vitamina C, vitamina A…)
Si está embarazada y quiere dar el pecho, no olvide continuar tomando suplementos de vitamina D después del nacimiento del bebé: la leche materna contiene una concentración de vitamina D muy baja (entre 20 y 60 UI por litro de leche). También en este caso, pida consejo a un profesional sanitario.
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