Recordemos que los telómeros son pequeñas tapas presentes en los extremos de los cromosomas. Su misión consiste en proteger el ADN celular.
Con cada multiplicación y por tanto con cada copia de nuestras células, los telómeros se dañan y se acortan un poco más. Esta erosión progresiva provoca una fragilización del ADN, responsable a su vez de un deterioro de las células, perjudicial para el organismo.
El acortamiento de los telómeros es por tanto reconocido como uno de los elementos cruciales del proceso de envejecimiento (1). Unos telómeros cortos están especialmente relacionados con un riesgo más elevado de patologías relacionadas con la edad.
La telomerasa, por su parte, es una enzima presente de forma natural en el organismo encargada de combatir el acortamiento de los telómeros. Esto se debe a que garantiza el crecimiento pero también la reparación de estas tapas protectoras. Por esta razón a veces se conoce como la “enzima de la inmortalidad” (2).
No obstante, se necesitan estudios suplementarios para determinar con precisión la totalidad de los efectos de la telomerasa. Por ejemplo, la telomerasa no parece poder ser absorbida directamente en cantidades excesivas, lo que correría el riesgo de prolongar la vida de células ya anormales.
El descubrimiento de esta enzima por Elizabeth Blackburn y Carol Greider, en 1985, fue coronado por un Premio Nobel en 2009.
El estrés favorece el acortamiento de los telómeros. Asegúrese de relajarse, practicando por ejemplo ejercicios respiratorios o sesiones de meditación, modificando su percepción de los acontecimientos o evitando lo más posible las fuentes de ansiedad.
Evite también al máximo exponerse a la contaminación, que afecta negativamente a los telómeros.
Al contrario, la actividad física regular, contribuye a conservarlos.
Por último, llevar una dieta variada y equilibrada (y evitar el consumo de alcohol), juega un gran papel en la activación de su telomerasa, el mantenimiento de sus telómeros y por tanto el mantenimiento de su salud a pesar de una edad avanzada. Veamos qué alimentos son los más adecuados.
Los estudios científicos han constatado que una dieta alimenticia rica en cereales integrales, en verduras, en frutas, en algas, en productos del mar, en productos lácteos y en café esta relacionado positivamente con una buena longitud de telómeros en los glóbulos blancos (3-4). La dieta mediterránea o cretense, por ejemplo, se ajusta bien a la dieta alimenticia mencionada.
Por otro lado, un consumo importante de carne roja, de charcutería y de bebidas azucaradas, alimentos ricos en moléculas oxidantes, está relacionado con telómeros más cortos (5).
En general, los estudios en vigor sugieren que los nutrientes antiinflamatorios y antioxidantes pueden ayudar a apoyar a la telomerasa y a prevenir la erosión precipitada de los telómeros (6). Citemos:
Algunos complementos alimenticios específicos reúnen los diferentes compuestos estudiados por su potencial para la conservación de los telómeros y la activación de la telomerasa. El cycloastragenol y el astragaloside IV, dos sustancias extraídas del astrágalo (una planta perenne medicinal), parecen especialmente prometedores (7).
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