El frío, los virus, la disminución de luminosidad y el confinamiento hacen del invierno una estación propicia para las enfermedades y ataques de fatiga. Afortunadamente, es posible reforzar su organismo: le presentamos los mejores complementos alimenticios para el invierno.
Es fácil estar en plena forma en verano: consumimos muchas frutas y verduras frescas y crudas, ricas en vitaminas, y nuestra piel está especialmente expuesta a la luz del sol. Desbordamos energía y vitalidad.
Pero en invierno, la situación se invierte. Tenemos tendencia a consumir menos frutas y verduras frescas y más alimentos feculentos y productos grasos. Por tanto, no solo reducimos nuestra ingesta de vitaminas, sino que además nuestra microbiota intestinal también está sometida a una dura prueba. Ahora bien, la microbiota intestinal es fundamental para nuestra buena salud mental, nuestro sistema inmunitario y nuestra vitalidad.
Además, en invierno pasamos más tiempo en ambientes cerrados, lo que afecta a nuestro estado de ánimo. Sobre todo porque estamos menos expuestos a la luz.
Por eso, obviamente, las dos mejores vitaminas para el invierno son la vitamina C y la vitamina D.
El ácido ascórbico, el otro nombre de la vitamina C, interviene en muchos mecanismos en el interior de nuestro organismo. La vitamina C contribuye:
Combate el estrés oxidativo, refuerza el sistema inmunitario, combate la fatiga: estas son las tres razones para seguir un tratamiento de vitamina C en invierno (con Asc2P por ejemplo, un complemento de ascorbato fosforilado, una forma estable 20 veces más potente que las vitaminas C ordinarias).
La vitamina D existe en dos formas diferentes:
Indispensable para el organismo, la vitamina D interviene principalmente en la diferenciación y la actividad de las células del sistema inmunitario así como en la regulación hormonal (4-6).
Concretamente, la biosíntesis de la vitamina D se inicia principalmente en la piel donde los rayos UVB reaccionan con el 7-dehidrocolesterol (provitamina D cutánea) para producir la previtamina D3, que es isomerizada en colecalciferol (o vitamina D3) (7).
Sin embargo, en invierno:
Por esta razón puede ser especialmente beneficioso seguir un tratamiento de vitamina D para compensar esta débil exposición al sol (con Vitamin D3 5000 UI por ejemplo, para una dosis significativa).
El invierno es una estación que somete nuestro sistema inmunitario a una dura prueba. El frío genera una vasoconstricción que, aunque mejora la circulación sanguínea, ralentiza ligeramente nuestra respuesta inmunitaria.
Asimismo, un estudio americano reciente ha demostrado que el frío induce una reducción de la producción de vesículas extracelulares, unas partículas cuya función es reconocer los virus e impedirles que se multipliquen (9).
Por último, para calentar el aire que penetra en nuestros pulmones, producimos mucha mucosidad, lo que reseca las vías respiratorias, dejándolas menos protegidas y más permeables a los virus.
Por lo tanto, en invierno, es importante reforzar las defensas inmunitarias. Y para ello, el zinc parece ser el mejor mineral.
Considerado durante mucho tiempo como anecdótico debido a su baja concentración en el organismo, el zinc es en realidad un oligoelemento fundamental para nuestro organismo. Así, el zinc interviene en más de 300 procesos enzimáticos:
Y por una buena razón, el zinc aumenta la activación de los linfocitos B, que producen los anticuerpos, y los linfocitos T, que limpian las células infectadas, dos agentes fundamentales para proteger nuestro organismo contra las agresiones del invierno (10). El zinc se encuentra especialmente en los mariscos, la carne roja y a dosis mayores en los complementos de zinc (como Zinc Orotate).
La equinácea, por su parte, es una planta medicinal ampliamente utilizada por los pueblos autóctonos americanos para reforzar la inmunidad y la salud de las vías respiratorias.
Así pues, numerosas fórmulas combinan el zinc con la equinácea, para ayudarle a pasar un invierno tranquilo (como Immunity Booster, combinación de zinc, extracto de equinácea, beta-glucanos y vitamina C). Generalmente se considera que estas fórmulas sinérgicas son los mejores complementos alimenticios para la inmunidad conocidos.
Debido al frío invernal, nuestro organismo gasta mucha energía para calentarse. Tanto mejor para quienes quieren perder un poco de masa grasa con menos esfuerzo, pero tanto peor para nuestra vitalidad.
Así que, para combatir la fatiga invernal, además de las vitaminas mencionadas más arriba, puede ser beneficioso recurrir a complementos alimenticios que combaten la fatiga y estimulan la vitalidad.
El magnesio es uno de los minerales más importantes en el organismo, con el sodio, el potasio y el calcio. Este electrolito interviene en más de 300 reacciones metabólicas en el cuerpo humano. Interviene particularmente en la transmisión nerviosa.
El magnesio contribuye:
Así pues, para combatir la fatiga invernal, considere seguir un tratamiento de magnesio (con un complemento como Magnesium Orotate por ejemplo).
Líder indiscutible de la medicina china, el ginseng es una de las plantas medicinales más valoradas y más estudiadas, especialmente para combatir la fatiga invernal y la falta de energía.
Es gracias a los ginsenósidos que contiene que esta planta medicinal tiene tantos beneficios. Parece ser que los ginsenósidos actúan modulando las neurotransmisiones en el cerebro y aumentando la actividad de las células llamadas NK (Natural Killer), la fagocitosis y la producción de interferón. Y todo ello al tiempo que mejora la microcirculación sanguínea.
Como puede ver, los beneficios del ginseng actúan sobre diferentes aspectos del organismo y le ayudan a conservar su normalidad fisiológica. Por eso la planta es considerada como adaptógena.
Actualmente, se sabe que el ginseng contribuye:
El ginseng (que puede encontrar específicamente en el complemento Ginseng 30%) es, así pues, un potente antifatiga ideal para el invierno.
Hongo que crece exclusivamente en el abedul, el chaga forma parte de la farmacopea de Siberia desde hace milenios.
Planta emblemática de la medicina tradicional de estas tierras frías expuestas a inviernos particularmente duros y exigentes para el organismo, el chaga es utilizado tradicionalmente por los nómadas siberianos para preparar una infusión tonificante destinada a combatir la fatiga, el frío, el hambre y las enfermedades del invierno (16).
Si bien el chaga contiene más de 200 sustancias activas, los estudios recientes tienden a sugerir que es su alto contenido en polisacáridos beta-glucanos en particular la causa de sus potentes beneficios.
Por esta razón muchos fitoterapeutas recomiendan seguir un tratamiento invernal chaga para afrontar las enfermedades del invierno (Organic Chaga Extract, por ejemplo).
Referencias
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