El arándano rojo (Vaccinium microcarpon) es una planta perenne de la familia Ericaceae, a la que pertenece el arándano. Originario de Norteamérica, crece silvestre en los suelos ácidos y húmedos de las turberas. Actualmente se cultiva a gran escala en Estados Unidos (sobre todo en los estados de Wisconsin y Massachusetts) y en Canadá, donde se conoce como “atoca” o “ataca”. En Francia se conoce como “cranberry” y “arándano rojo grande de Norteamérica” (1).
Este subarbusto perennifolio, que no supera los 30 cm de altura, se distingue de otras especies del género Vaccinium por sus pequeñas flores rosas y ovaladas totalmente abiertas que florecen en primavera.
En otoño, dan paso a unas bayas rojas de 2 cm de diámetro, de sabor ácido y astringente, que suelen consumirse como frutos secos, zumo o gelatina. De estas bayas también se extraen los extractos utilizados en la fabricación de complementos alimenticios.
El arándano rojo tiene un perfil nutricional notable. En estado fresco, aporta una cantidad apreciable de vitamina C antioxidante (100 g de arándanos rojos cubren el de la cantidad diaria recomendada) y de manganeso, a la vez que contiene pocos azúcares y calorías (2). La forma deshidratada tiene más energía y contiene más fibra y vitamina E. La fruta también combina varios ácidos orgánicos (incluidos los ácidos cítrico, málico y fosfórico), pectina taninos y glucósidos (3).
En medicina tradicional, el arándano rojo era muy utilizado por los indios de América para todas las afecciones relacionadas con los riñones, la sangre y el aparato digestivo (4). También se aplicaba a las heridas como cataplasma o polvo por su doble acción desinfectante y cicatrizante. Sin embargo, su principal indicación era la prevención y el alivio de las infecciones urinarias (5-6).
Una vez desembarcados en el Nuevo Mundo, los colonos europeos pudieron apreciar sus múltiples efectos. En particular, se utilizó durante los "Grandes Descubrimientos" para combatir el escorbuto durante las travesías del Atlántico. Su uso cayó en desuso tras la Segunda Guerra Mundial, con la llegada de los antibióticos sintéticos. Hubo que esperar a principios de los años sesenta, para que esta pequeña baya volviese a la vanguardia de la ciencia.
Durante mucho tiempo se creyó que los arándanos ejercían su poder sobre las vías urinarias acidificando la orina. Hoy se propone una explicación completamente distinta. El arándano rojo es la única fruta que contiene proantocianidinas de tipo A, una clase particular de flavonoides, que hacen el suelo "resbaladizo" para las bacterias y les dificultan su implantación (7-8).
El arándano cuestiona activamente a los investigadores que intentan consolidar esta hipótesis. Hasta la fecha, los resultados siguen siendo prometedores en general. Por ejemplo, un estudio comparó la eficacia del zumo de arándanos y un placebo en la prevención de recaídas de las infecciones urinarias en una cohorte de niñas de 3 a 14 años propensas a padecerlas (9).
En un ensayo aleatorizado, 137 ancianas con infecciones urinarias recurrentes recibieron 500 mg de extracto de arándano rojo o 100 mg de trimetoprima (un antibiótico) durante 6 meses. La terapia antibiótica fue sólo marginalmente más eficaz en la prevención de las recidivas (25 en el grupo del arándano rojo y 14 en el grupo de la trimetoprima), pero con más efectos adversos (10).
Habida cuenta de su potencial "antiadherente", la comunidad científica ya imagina otros campos de aplicación para los arándanos rojos, en particular en el ámbito de la higiene bucal o en la lucha contra H. pylori (que se encuentra en la mayoría de las úlceras gástricas) (11-12).
¿Busca un suplemento de arándanos rojos de eficacia probada? El complemento Cran-Max® ha desarrollado un extracto de arándano rojo avalado por diversos estudios clínicos, disponible en cápsulas (13). Está concretamente estandarizado a un 7,2 % de proantocianidinas de tipo A, su compuesto activo más conocido, para una máxima eficacia.
Además, se basa en la tecnología patentada Bio Shield®. Esta pretende liberar los principios activos de la cápsula de forma prolongada. Esto significa que sólo se liberan cuando llegan al tracto intestinal inferior. Este proceso de vanguardia garantiza una absorción óptima y completa de sus valiosos componentes.
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