Los ardores de estómago, o pirosis, se manifiestan por una sensación dolorosa en la región epigástrica (boca del estómago) que puede extenderse por detrás del esternón y en la garganta. Es más probable que se produzca después de comer y se acentúa al agacharse, tumbarse o hacer ejercicio.
Esta sensación suele estar relacionada con el relujo ácido. Se trata del principal síntoma de la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), que se refiere al paso crónico del contenido del estómago al esófago (1).
Los ardores de estómago que se producen ocasionalmente, tras una comida copiosa por ejemplo, no causan ninguna preocupación. Sin embargo, se convierten en un problema cuando se producen a diario.
Nuestro estómago está equipado con mecanismos antirreflujo que se supone que impiden que el bolo gástrico vuelva al esófago. El esfínter esofágico inferior (EEI), una especie de válvula situada en la unión del esófago y el cardias (entrada al estómago), es el principal protagonista. Cuando no se cierra completamente, deja escapar los jugos gástricos, que atacan y dañan las paredes del esófago (2).
Esta relajación excesiva del EEI se precipita por ciertos comportamientos que debilitan el tono del esfínter o conducen a la distensión del estómago: comidas demasiado copiosas, unamasticación insuficiente, un consumo excesivo de bebidas gaseosas (3-4)…
El embarazo ejerce una presión ascendente en el abdomen que puede provocar una disfunción del EEI (5). Por las mismas razones, el sobrepeso, llevar ropa ajustada a nivel de la cintura o una fermentación intestinal excesiva agravan el reflujo gástrico (6-7).
La hernia de hiato se produce cuando la parte superior del estómago se desliza fuera del abdomen hacia la cavidad torácica. En las denominadas "hernias deslizantes", el EEI está sometido a las sacudidas del diafragma durante la respiración y puede perder su estanqueidad. (8).
Ya sea físico o psicológico, el estrés favorece la acidez porque retrasa el vaciado, aumenta la distensión, incrementa la acidez gástrica y mantiene un estado de inflamación crónica (9).
Está científicamente demostrado que la aspirina y los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) tomados a largo plazo debilitan y erosionan la mucosa gástrica. (10).
En cuanto a la alimentación, se recomienda reducir el consumo de alcohol así como de ciertos alimentos irritantes para la mucosa gástrica, como las especias, el tomate, el ajo, la cebolla, los cítricos, la sal, el azúcar y el vinagre. Las grasas, especialmente las saturadas, frenan el vaciado gástrico y por tanto deben limitarse, al igual que el café, el té y el chocolate que reducen el tono del EEI (11). En la práctica, es aconsejable basarse principalmente en la tolerancia personal.
Algunos alimentos son neutros o protectores contra los trastornos estomacales. Una buena ingesta de proteínas magras (aves, pescado…) reforzaría el tono del EEI (12). Las verduras y los alimentos ricos en almidón en cantidades razonables suelen ser bien tolerados.
Mejor comer la fruta fresca fuera de las comidas para limitar su fermentación. Entre las más recomendadas para el reflujo ácido están el plátano, la manzana, la pera o la papaya (13).
En caso de ardores de estómago y reflujo ácido, no dude en pedir consejo a su médico, que, tras su examen, podrá sugerirle el tratamiento adecuado. Los antiácidos de venta libre neutralizan el exceso de acidez. Aunque actúan rápidamente, solo ofrecen un beneficio efímero que requiere un uso repetido y no tratan la causa subyacente.
Los inhibidores de la bomba de protones (IBP) son los medicamentos más recetados para el reflujo ácido. Al reducir la secreción de ácido clorhídrico (el componente ácido del jugo gástrico), reducen la virulencia del ardor de estómago y favorecen la cicatrización de las lesiones.
No obstante, a largo plazo, se les atribuye efectos adversos: aumento del riesgo cardiovascular, mala absorción de varios nutrientes (calcio, magnesio, hierro y vitamina B12), dependencia (14)...
Tenga en cuenta que, en algunos casos graves de reflujo, se pueden considerar procedimientos quirúrgicos para apretar la válvula en la parte inferior del esófago.
En caso de ardores de estómago, haga una cataplasma de arcilla verde (mezclándola con agua) que se aplica sobre el estómago en una capa de 3 cm de espesor. Cúbrala con un paño húmedo y déjela actuar de 20 minutos a 3 horas.
Debido a sus propiedades antirradicales libres, se cree que la miel ayuda a prevenir el daño a las células del tracto digestivo. Además, su textura pegajosa recubre las paredes del estómago para protegerlo del exceso de acidez (16). Entre las más apreciadas, se encuentran la miel de diente de león, la de acacia, la de melisa y la de manuka.
Una vez realizado el diagnóstico, algunos suplementos alimenticios pueden ser un buen complemento a sus tratamientos convencionales.
El regaliz (Glycyrrhiza glabra) contribuye a la salud gastrointestinal al estimular la producción de moco por el estómago (17). Sin embargo, su alto contenido en glicirricina en dosis elevadas puede provocar efectos secundarios (dolores de cabeza, problemas cardíacos, hipertensión arterial) (18). Para aprovechar su potencial de forma segura, opte por una forma desglicirrizada (como DGL, garantizado sin glicirricina y elaborado a partir de raíces de regaliz, la parte más estudiada por sus efectos en el estómago.
Originario de la cuenca mediterránea, el lentisco o almáciga (Pistacia lentiscus L.) produce una resina llamada lentisco de Chíos. Al recubrir la pared del estómago, podría limitar la adherencia de ciertos patógenos implicados en el reflujo gastroesofágico (el extracto de lentisco Mastic Gum está estandarizado a un 10 % de ácidos masticónicos para una acción reforzada) (19).
También hay que tener en cuenta la posibilidad de una infección por la bacteria Helicobacter pylori (20). Se estima que 1 de cada 4 occidentales la alberga en su mucosa gástrica. Aunque puede permanecer en silencio, a veces se manifiesta ruidosamente a través del dolor digestivo o el desarrollo de una úlcera. Recientemente, una cepa particular de lactobacilos ha demostrado precisamente la capacidad de unirse a esta bacteria (que se puede encontrar en la fórmula H. Pylori Fight, que se basa en la cepa patentada Pylopass™ procedente de L. reuteri) (21).
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