El vientre hinchado resulta en una distensión de la zona abdominal, a veces dolorosa, descrita como una impresión de “vientre duro”. Este trastorno es especialmente frecuente y afortunadamente no es grave en la mayoría de los casos.
La hinchazón abdominal suele ser el resultado de una acumulación de gas en el intestino delgado: Esto se conoce como hinchazón o meteorismo (1).
Este trastorno digestivo proviene, bien de una absorción de aire demasiado importante (aerofagia), o bien de una sobreproducción intestinal por fermentación bacteriana. A veces va acompañado de dolor de vientre, de gorgoteo (borborigmos), de una sensación de pesadez, de flatulencia, o incluso de una necesidad de eructar (2).
Este fenómeno suele darse después de las comidas, pero también durante un episodio de estreñimiento: esto es debido a que el estancamiento de las heces en el tracto gastrointestinal aumenta la actividad de fermentación.
Más raramente, se hace crónico: entonces puede ser entonces una prueba de intolerancia alimentaria (lactosa, gluten…), de un síndrome de intestino irritable o de una patología digestiva más grave (3-5).
Algunas veces, la sensación de vientre hinchado no tiene origen digestivo directo. En la mujer, por influencia hormonal, aparece durante el síndrome premenstrual (durante los días anteriores a las reglas) o en la menopausia (6-7). Así, a veces, es una de las señales de advertencia de un embarazo, probablemente bajo el efecto de una liberación masiva de progesterona.
La alimentación desempeña un papel fundamental en la aparición de la hinchazón abdominal. Esto es debido a que algunos alimentos fermentables mantienen insidiosamente el proceso de fermentación y, por tanto, deben limitarse: son los famosos FODMAP (8). En esta larga lista, se encuentran entre otros todas las legumbres (lentejas, garbanzos, judías…), las crucíferas (coliflor, brócoli…), las aliáceas (cebolla, puerro…) y algunas frutas ricas en sorbitol (manzana, pera, ciruela…).
Sin embargo, no deben excluirse de forma sistemática. A veces, el simple hecho de reducir las raciones es suficiente para observar un alivio. Por tanto, le aconsejamos evaluar su propia tolerancia probando cada alimento individualmente y varias veces, tratando de determinar si hay un umbral de consumo “aceptable”. Por ejemplo, puede llevar un diario de alimentos, en el que anotar los alimentos que ingiere y su impacto en el aparato digestivo: así podrá identificar más fácilmente a los culpables.
En cambio, hay que prohibir los chicles, por dos razones: aparte de su alto contenido en polioles, nos obligan a ingerir una cantidad de aire impresionante al masticarlos (9). Las bebidas con gas, así como el hecho de beber con paja, también se desaconsejan encarecidamente (10).
Al mismo tiempo, asegúrese de dedicar tiempo a comer (20 min mínimo), en posición sentada y manteniendo una postura muy derecha. Mastique mucho cada bocado, manteniendo la boca cerrada para limitar la aerofagia. Asimismo, evite llevar ropa ceñida, que comprime inútilmente la zona abdominal.
Por último, debe observarse que el estrés y la ansiedad crean un contexto favorable a la aparición de hinchazón abdominal (11-12). Técnicas de relajación como el yoga, la sofrología o la meditación pueden contribuir a regularlos.
La composición de nuestra microbiota intestinal influye directamente en nuestro bienestar interior. Tras determinados acontecimientos (consumo de alimentación industrial, modificación de hábitos alimenticios, toma de antibióticos …), nuestra flora intestinal puede desequilibrarse (disbiosis), estando entonces las bacterias "malas" en una proporción mayor que las buenas (13). Esto puede conducir a trastornos digestivos muy variados, como la retención de gases intestinales (15).
Al repoblar temporalmente la flora intestinal con bacterias “amigas”, los probióticos inclinan la proporción en la dirección correcta (15). Sigue siendo necesario elegir las cepas adecuadas a su problemática.
Para la hinchazón abdominal incómoda, los lactobacilos y las bifidobacterias están entre las mejor valoradas y más estudiadas (16). Mencionaremos en especial:
Entre las bacterias no lácticas, también hay que destacar el interés de la levadura Saccharomyces cerevisae (24). Es un coadyuvante útil para reforzar la colonización del tracto gastrointestinal inferior.
Por ello, resulta especialmente útil combinar estas diferentes cepas para beneficiarse de una acción sinérgica mediante un complemento microbiótico completo (como el potente Colon Friendly, que reúne en una sola cápsula gastrorresistente las 4 cepas Lactobacillus acidophilus, Bifidobacterium longum longum, Bifidobacterium longum infantis y Saccharomyces cerevisae).
Si desea beneficiarse de un espectro de microorganismos beneficiosos todavía mayor, también puede optar por formulaciones multicepa más amplias. Aunque son menos específicas, están diseñadas para adaptarse lo mejor posible a la diversidad de las microbiotas humanas (como Full Spectrum Probiotic Formula, que reúne nada menos que 20 cepas reconocidas de Lactobacillus, Bifidobacterium y Streptococcus) (25).
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