Daño cerebral progresivo que conduce a la muerte de las neuronas, la enfermedad de Alzheimer se caracteriza por una pérdida progresiva de la memoria, así como de algunas funciones intelectuales, lo que tiene numerosas repercusiones en la vida cotidiana y la independencia (1).
Afecta a menos de 1 de cada 100 personas antes de los 70 años y su prevalencia aumenta mecánicamente con la edad. Así, 1 de cada 25 personas de entre 70 y 79 años está afectada por la enfermedad de Alzheimer; 1 de cada 5 de entre 80 y 89 años y 1 persona de cada 3 a partir de los 90 años. De modo que la enfermedad de Alzheimer afecta a casi 4 millones de personas en Europa (2-3).
Aunque aún no se han determinado los mecanismos precisos de aparición de la enfermedad de Alzheimer, los científicos coinciden en que está relacionada con la acumulación en el cerebro de ciertas proteínas (amiloides y tau), normalmente solubles y eliminadas por el organismo. Al acumularse, forman unas “placas” alrededor de las neuronas, perturbando su funcionamiento y posteriormente causando su muerte (4-5).
Por tanto, la clave para prevenir la enfermedad de Alzheimer es garantizar un cerebro sano y estimular la producción de nuevas neuronas que sustituyan a las perdidas con el paso de los años. La idea es principalmente conservar, o incluso aumentar, su reserva cognitiva y su reserva cerebral (6).
En general, llevar una vida sana y equilibrada es sin duda una de las mejores maneras de prevenir la enfermedad de Alzheimer (7).
En este punto, la actividad física es primordial. En efecto, practicar una actividad física regular permite estimular la circulación sanguínea, especialmente en el cerebro, lo que permite mantener sus órganos sanos(8).
Además, la práctica de una actividad física regular favorece la producción de endorfinas, que actúan sobre el estado de ánimo, y de 4-(2-aminoetil)benceno-1,2-diol, que también actúa sobre el estado de ánimo, pero también para aliviar el estrés y ayuda a mantener un sueño de calidad. Pues bien, el equilibrio mental y el sueño son criterios fundamentales de prevención de la enfermedad de Alzheimer.
Y con razón: durante las fases del sueño es cuando el cerebro evacúa eficazmente las proteínas amiloides y tau. Por tanto, el sueño es indispensable para prevenir el Alzheimer (9).
Por último, unos estudios recientes han demostrado que 30 minutos diarios de ejercicio físico intenso estimulan la formación de nuevas neuronas. Por tanto, el deporte permite conservar su reserva cerebral (10).
Como hemos visto, con la edad, el cerebro evacua cada vez con menos facilidad las proteínas amiloide y tau, lo que en última instancia genera la muerte de las neuronas. Por ello, una de las soluciones para prevenir la enfermedad de Alzheimer es estimular el cerebro: cuanto mayor sea la reserva cerebral más se retrasa la aparición de los síntomas de la demencia (11-12).
De hecho, unos estudios han demostrado que un bajo nivel de educación y estimulación cognitiva a lo largo de la vida es uno de los factores de riesgo de la enfermedad de Alzheimer sobre los que se puede actuar más eficazmente (13).
De hecho, correlativamente, otros estudios han demostrado que la actividad intelectual, las interacciones sociales y profesionales, la actividad física, las actividades artísticas, el bilingüismo, la práctica de un instrumento de música y la fluidez lectora afectan a la reserva cognitiva y cerebral, y protegen contra el riesgo de demencia (14-19).
Más concretamente, las personas que realizan estas actividades experimentan un retraso significativo en la aparición de los síntomas.
Por tanto, una de las acciones preventivas de Alzheimer es estimular el cerebro permanentemente, aprendiendo a lo largo de toda la vida.
Para prevenir la enfermedad de Alzheimer, en resumen, hay que dejar el smartphone, abrir los libros, volver a la escuela y hacer música. Un programa que no es la más dolorosa de las terapias...
Si ya se ha demostrado ampliamente que una alimentación rica en ácidos grasos omega 3 es indispensable para conservar un cerebro sano y prevenir los trastornos mentales como la depresión o el estrés, factores de riesgo de la enfermedad de Alzheimer, según la Fundación Vaincre Alzheimer, una dieta de estilo mediterráneo permite también prevenir la aparición de la enfermedad (20).
Esto se debe a que se trata ciertamente de una dieta rica en ácidos grasos omega 3, pero también en antioxidantes, en vitamina C, en vitamina E, en vitamina B2 y en vitamina B6, que contribuyen a reducir el cansancio y a un funcionamiento psicológico normal (21-22).
Por otra parte, unos estudios están evaluando el potencial de ciertas plantas para ayudar a combatir la enfermedad de Alzheimer y cuidar el cerebro.
Por ejemplo, un estudio californiano ha realizado experimentos in vitro e in vivo y ha demostrado que la cúrcuma destruye las “placas” de proteínas amiloides en el cerebro e impide su formación (23).
Otro estudio ha evaluado por su parte el potencial de la hierba del tigre (Centella asiatica, también conocida como gotu kola) para mejorar los déficits conductuales asociados a la enfermedad de Alzheimer (24).
Por último, unos investigadores están estudiando los efectos de la huperzina, principio activo de la Huperzia serrata, una planta utilizada en la medicina tradicional china para tratar los trastornos de la memoria. Se cree que la huperzina inhibe la producción de acetilcolinesterasa. Esta enzima provoca la degradación de la acetilcolina, que a su vez favorece la memoria y las funciones cognitivas (25).
En resumen, para prevenir la enfermedad de Alzheimer, conviene en primer lugar practicar una actividad física regular, preservar el sueño, estimular las capacidades cognitivas y cuidar la alimentación . Pero para luchar contra el riesgo de la enfermedad neurodegenerativa, toda ayuda es bienvenida, y en este punto, las plantas y vitaminas resultan ser apoyos interesantes.
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