La microbiota vaginal es el conjunto de microorganismos que conviven en la vagina. En pocas palabras, ¡es a la intimidad lo que la microbiota intestinal es a nuestro intestino!
Su función es doble: proteger la mucosa vaginal de los patógenos recubriéndola con un biofilm, y mantener el pH dentro de un rango ideal (entre 3,5 y 4,5) (1).
Garante de una buena salud vaginal, este valioso ecosistema es a veces presa de desequilibrios: entonces hablamos de disbiosis. Esta generalmente se debe a factores hormonales o medioambientales, como la toma de medicamentos, el estrés, el cansancio o una higiene íntima inadecuada (2).
Al permitir que ciertas cepas bacterianas tomen el control, la disbiosis vaginal crea un terreno propicio a la aparición de ciertos trastornos ginecológicos o urinarios (3). Cuando se hacen recurrentes, estas molestias repercuten profundamente en el bienestar genital así como en la vida sexual de la mujer.
200: este es aproximadamente el número de especies bacterianas distintas identificadas hasta la fecha en el ambiente vaginal (4). Pero si se mira más de cerca, una microbiota íntima sana muestra en realidad baja diversidad.
De hecho, muestra una abrumadora mayoría de bacterias lácticas (lactobacilos), que representan cerca de un 90 % de su composición. Este batallón protector constituye lo que se llama la flora de Döderlein.
Aunque cada perfil es único, una mujer tiene habitualmente entre 1 y 4 cepas dominantes entre Lactobacillus jensenii, Lactobacillus gasseri, Lactobacillus crispatus y Lactobacillus iners (5).
Otros colonizadores lácticos beneficiosos son L. acidophilus, L. casei, L. Plantarum, L. rhamnosus o L. salivarius, que están presentes simultáneamente en diversas zonas del cuerpo (como la cavidad bucal o el tracto digestivo) (6).
Nota: la composición de la flora vaginal depende en gran medida de las secreciones estrogénicas (7). Por tanto, puede variar sensiblemente durante el ciclo menstrual, durante el embarazo o durante la menopausia.
La finalidad de un probiótico vaginal es volver a sembrar la flora fisiológica con microorganismos “amigos” para restablecer un ambiente armonioso.
Para una eficacia óptima, debe lógicamente centrarse en los lactobacilos citados anteriormente. Observe que otras especies de bacterias lácticas, como las bifidobacterias (utilizadas entre otras cosas para la fermentación de los yogures), también se adhieren a las paredes vaginales y se benefician de formar parte de su tratamiento microbiótico (8).
Si la opción de las bacterias es fundamental, favorecer su implantación en la mucosa también lo es. Para facilitar esta delicada operación, le sugerimos optar por una formulación que contenga prebióticos, unas sustancias para alimentar y apoyar el desarrollo de las bacterias beneficiosas (9).
Por último, hay dos modos de administración de los probióticos vaginales: la vía vaginal (a través de óvulos) o la vía oral tradicional (cápsulas, comprimidos…). Aunque la primera utiliza un camino más directo, la segunda parece mucho menos molesta. Así que todo es cuestión de preferencia personal.
Al reunir 5 cepas lácticas conocidas (Lactobacillus rhamnosus, Bifidobacterium lactis, Lactobacillus salivarius, Lactobacillus acidophilus y Lactobacillus casei), el complemento microbiótico oral Vaginal Health combina en una sola formulación las “bacterias buenas” de la microbiota vaginal, con un aporte elevado de 5 mil millones de microorganismos por cápsula (10). También contiene fructooligosacáridos, unos azúcares no digeribles por el organismo, para apoyar eficazmente su crecimiento (11).
También en la vida cotidiana, algunas buenas medidas contribuyen a una flora vaginal equilibrada:
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