Orgánulos presentes en las células, las mitocondrias se denominan comúnmente “centrales energéticas” (1).
Son precisamente el lugar donde se produce la respiración celular, proceso que permite convertir la glucosa en ATP (acrónimo en inglés de Trifosfato de Adenosina). En efecto, el ATP es una molécula fundamental en el metabolismo energético de las células: proporciona la energía necesaria para su funcionamiento.
El funcionamiento de las mitocondrias depende de un frágil equilibrio en el que intervienen los transportadores de calcio y el canal de aniones dependiente de voltaje.
Ahora bien, con el envejecimiento de las células, las disfunciones mitocondriales se multiplican, provocando una acumulación de calcio en su matriz. El resultado es la liberación por las mitocondrias de factores proapoptóticos (destinados a programar la muerte celular) pero también radicales libres que acaban por reducir el potencial de las mitocondrias.
De hecho, desde hace algunas décadas, los investigadores estudian con atención el efecto de las disfunciones mitocondriales en el envejecimiento y tienden a concluir que las mitocondrias, como los telómeros, son elementos fundamentales que hay que cuidar para combatir los efectos del envejecimiento (2-4).
Como hemos visto, los principales enemigos de las mitocondrias son los radicales libres. Pues bien, una alimentación rica en ácidos grasos trans (las grasas de la alimentación ultraprocesada), en azúcares libres, en sal, en alcohol, en charcutería, en carne roja, etc. favorece la producción de radicales libres y por tanto somete a nuestras mitocondrias a una dura prueba (5).
Por tanto es fundamental adoptar en primer lugar una dieta saludable, equilibrada, rica en frutas y verduras frescas, en vitaminas y en grasas buenas.
También es fundamental practicar una actividad física regular, pero de intensidad moderada: ya ha quedado demostrado que una actividad deportiva intensa favorece la producción de radicales libres, mientras que una actividad moderada estimula los antioxidantes y el sistema inmunitario.
En efecto, nuestro cuerpo es un ecosistema complejo: cualquier exceso rompe el equilibrio y provoca un envejecimiento acelerado. Por tanto, para combatir el envejecimiento y las disfunciones mitocondriales, opte por un modo de vida sano, equilibrado y natural.
También conocida como metoxatina, la pirroloquinolina quinona (PQQ) es el cofactor de varias enzimas implicadas en la oxidorreducción. Asociada a la coenzima Q10 en la mitocondria, la metoxatina PQQ también favorece la producción de ATP.
Además, varios estudios han identificado una correlación entre una carencia de PQQ y anomalías fisiológicas.
Pero sobre todo, según un estudio americano, la pirroloquinolina quinona es un antioxidante entre 30 y 5 000 veces más eficaz que la vitamina C, capaz de neutralizar miles de radicales libres antes de ser reducida. Pues bien, estos radicales libres son responsables de los disfuncionamientos mitocondriales mencionados más arriba (6-7).
Antioxidante natural, el ácido alfa-lipoico está presente de forma natural en las mitocondrias, donde desempeña la función de coenzima de la piruvato deshidrogenasa y de la α-cetoglutarato deshidrogenasa. Estas últimas sirven de catalizadores del metabolismo de los glúcidos y de los aminoácidos.
El ácido alfa-lipoico juega por tanto un papel primordial en el funcionamiento de las mitocondrias y en la producción de ATP (8-9).
La L-carnitina es sintetizada en el hígado, el cerebro y los riñones a partir de los aminoácidos lisina y metionina. Su papel en el organismo consiste en contribuir al transporte de los ácidos grasos hacia las mitocondrias, donde estos serán metabolizados para proporcionar, a largo plazo, ATP. Además, algunos estudios sugieren que esta conduce a un mayor consumo de oxígeno en las mitocondrias.
Dado que la concentración de estas sustancias en el cuerpo disminuye con la edad, unos investigadores de la Universidad de California, Berkeley, realizaron un experimento combinando acetil-L-carnitina, para estimular la actividad de una enzima que juega un papel importante en las mitocondrias, con el ácido alfa-lipoico, especialmente por su acción antioxidante. Los resultados mostraron un aumento de la memoria y del nivel de energía de los sujetos afectados (10).
Más allá de una dieta saludable y equilibrada, de una actividad deportiva regular de intensidad moderada, de un sueño regular y de calidad, de un consumo de tabaco y de alcohol reducido, incluso nulo y de una reducción, incluso una eliminación de los azúcares añadidos, algunas personas optan por consumir complementos alimenticios específicos para las mitocondrias, con la idea de combatir y frenar los efectos de la edad.
Para ello, puede ser interesante tomar complementos alimenticios de pirroloquinolina quinona (PQQ), de ácido alfa-lipoico y de acetil-L-carnitina, todos ellos implicados en el propio funcionamiento de las mitocondrias.
También se puede optar por una fórmula sinérgica que reúne estas tres moléculas para potenciar sus beneficios (como Mitochondrial Formula).
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